El orgullo de nosotros mismos, de nuestras posesiones, de nuestras habilidades, trae quebrantamiento. La humildad ante Dios, ante otros y ante nosotros mismos, trae honor.
El problema de ser soberbios primeramente es que nos creemos mejores que los demás, muy alto concepto de nosotros mismos, no somos enseñables, no valoramos nada en los demás y por eso no podemos ver nuestras debilidades ni nuestros errores.
Los soberbios pocas veces se dan cuenta de que la soberbia es un gran problema y es un gran obstáculo en su relación con Dios.
Dios se deleita en enaltecer al humilde, pero desprecia al altivo. Si tu permites a Dios tratar con tu orgullo, Él va a poner situaciones humillantes en tu vida, y hasta que aprendas no va a sacar la humillación de delante de tí. Ésto es durísimo pero muy necesario si queremos sanar del orgullo.
El orgullo conduce a la caída, Lucifer deseó ser mayor que Dios y resultó en condenación, por eso la soberbia puede arruinar una vida e impide ver las necesidades de otros.
El orgullo junto con el egoísmo hacen que sólo nos centremos en nosotros mismos y en nuestros propios intereses. Una actitud orgullosa conduce al quebrantamiento y la caída.
Cuando somos altivos pensamos que hacer las cosas a nuestra manera es mucho mejor. Miramos a las personas y decimos que nosotros hubiéramos hecho mejor su trabajo. Lo que otro hace es poco y es defectuoso. Porque se ha perdido la capacidad de ser agradecidos.
Y LO PEOR DE TODO....
Creemos que somos capaces de vivir sin la ayuda del Señor y menospreciamos la ayuda de otros.
Solo cuando somos humildes, Dios puede ayudarnos a convertirnos en las personas que quiere que seamos.
El orgullo hay que tomarlo con seriedad, porque es un pecado que pone distancia entre nosotros y Dios. Dice su Palabra que “Él mira de lejos al altivo”.
El orgullo encubre los propios pecados, oscurece la visión de otros y obstaculiza el servicio a Dios. Presentémonos delante de Dios con un corazón contrito y humillado.
“Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu. Mejor es humillar el espíritu con los humildes que repartir despojos con los soberbios”, Proverbios 16:18-19
"Amado Yeshua HaMashiaj, vengo ante tí resistiendo y renunciando a toda soberbia y altivez de espíritu; quiero ser humilde como tú, dame hoy oportunidad para practicar la humildad con los que me rodean, sólo tu amor y gracia me darán un espíritu humilde. Gracias por que lo encomiendo a ti, confío en tí y tú lo harás. Amén."
Adolfo Gustavo & Cristina Blanc-Ramírez
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